«El hecho de que vivamos únicamente con un porcentaje tan bajo de nuestras potencialidades se debe a que no estamos dispuestos a aceptarnos a nosotros mismos»
Fritz Perls
A menudo me encuentro con pacientes que se sienten encasillados/as y atrapados/as en lo que se espera de ellos/as mismos/as, con dificultades para actuar diferente. De alguna manera, llevamos roles impuestos, trajes a medida que nos limitan e impiden vestirnos de otros personajes.
Nos movemos en lo conocido y previsible, lo cual nos proporciona seguridad y a la vez nos encorseta. Salir supone enfrentarse a lo incierto y despierta temores, como el miedo a equivocarse y el miedo al ridículo. Ambos sepultan nuestra imaginación y capacidad creativa. Desde pequeños/as somos artistas, pintoras, cantantes, actores, actrices, escritores, poetas, músicos, bailarinas… En algún momento nos sentimos juzgados/as o exigidos/as de hacerlo «bien». Entonces perdimos el interés y pasó a formar parte de una evaluación o examen, más preocupados/as por gustar al resto y descuidándonos a nosotros/as mismos/as.
«Cada niño es un artista. El problema es cómo seguir siendo artista una vez que crezca» (Pablo Picasso)
Existen ejercicios interesantes para ampliar nuestros límites y las nuevas tecnologías también nos pueden ayudar. Por ejemplo, grabarnos en vídeo haciendo exposiciones o actividades como cantar. Pero eso sí, sin aplicar ningún filtro qué varíe nuestra imagen o nuestra voz. Después, tenemos que observarnos con detalle, algo que a muchas personas les causa extrañeza e incluso rechazo. Se trata de desarrollar una mirada benevolente y compasiva hacia nosotros/as, apreciando lo que no nos gusta. Aprender a quererse tal y como somos y vernos desde fuera tal y cómo lo hacen los demás, evitando cualquier tipo de juicio.
Las técnicas dramáticas también son estupendas porque nos ayudan a romper el propio ego. Jugar a interpretar y vivir nuevas sensaciones. Un entorno seguro donde permitirse actuar saliendo de lo cotidiano. Muchos artistas se han cambiado el nombre para proyectarse en un personaje en los escenarios, atreviéndose de este modo a vivirlos y darles rienda suelta.
Permítete equivocarte y no hacer las cosas de manera perfecta. Deja de juzgarte por lo que no sabes hacer.
La aceptación de los demás no es más importante que la aceptación de ti mismo/a.