Ansiedad significa anticipación, mantenerse alerta. Como toda emoción no es negativa, ni positiva, lo que nos indica son los recursos que tenemos para afrontar una determinada situación. Muchas veces ligada al miedo, lo que anticipamos son situaciones amenazantes o catastróficas, como un suspenso, un despido, una quiebra o una experiencia de vergüenza. También existe una ansiedad que tiene que ver con la ilusión de lo que viene, la ansiedad por ver a una persona amada, por emprender un viaje próximo, por visitar un sitio nuevo, un concierto… En este caso, lo que se anticipa es la diversión y el disfrute. Produce nerviosismo y nos mantiene inquietos/as.
Me encanta trabajar con pacientes con ansiedad, porque cuando salen de la preocupación y se ponen en la acción, tienen ganas de cambios, toman decisiones y se mueven mucho. A veces se precipitan, no entendiendo que no se puede correr y que la terapia es más un proceso o camino, que un producto acabado. Toca atender a la pugna interna por calmar ese ansia, que a veces parece no saciarse y que provoca tanta insatisfacción. Qué difícil resulta con frecuencia pararse, saborear y deleitar lo que se tiene. Disfrutar el plato que nos estamos comiendo en el momento y no pensar tanto en el futuro postre.