El espacio terapéutico es una oportunidad para que el yo tome presencia. Abrirse al mundo, abrirse a la experiencia y tomar más conciencia de sentimientos, actitudes y situaciones. Desarrollar potencialidades y salir de los roles o maneras de funcionar habituales, comprendiendo que somos todo. Sentir menos temor a sacar de dentro y desarrollar confianza en uno/a mismo/a, adquiriendo menos necesidad de aprobación o evaluación externa. Integrar episodios que tenemos olvidados, inconclusos o simplemente intentar modelar aspectos de nuestro carácter. Entendamos la terapia individual como un proceso y no como un objetivo. Sintiéndonos en movimiento, en un llegar a ser y no en un producto acabado.