Cuántas personas vienen a consulta por problemas de angustia por un listón demasiado alto, pensando en el resultado y en no poder cumplirlo.
Miedo a exámenes, a relaciones sociales, puestos laborales, exposiciones, competiciones deportivas y, en definitiva, a no dar la talla. Evaluar el rendimiento o el progreso atendiendo únicamente a una nota o un resultado es tremendamente injusto. Tiene que ser una suma de dedicación y esfuerzo constante, mediante el hábito de ensayo, entrenamiento, estudio, práctica, etc. El proceso es lo interesante y lo que tarde o temprano nos da frutos. El problema es querer ir a 200kms. por hora, persiguiendo llegar al objetivo, porque te pierdes el poder ver el paisaje. Conviene bajar la intensidad en la vivencia del reto, porque casi nunca nos lo jugamos todo. Adam Smith dijo “si abordas cada situación como un asunto de vida o muerte, morirás muchas veces”. Si no se vive cada día como si fuera la final de la Champions, dejaremos de pensar en el marcador, convirtiendo el reto en un amistoso y rebajando el juicio y la evaluación.
A veces la ansiedad viene de la preocupación, de darle muchas vueltas a algo, sin conseguir ponernos en acción. Una herramienta que resulta de utilidad es iniciar procesos creativos como la escritura. Volcar lo que nos sucede en el papel suele ser una buena técnica terapéutica, no solo como desahogo, sino también para ordenar ideas y abrir una puerta al inconsciente. Ayuda a entender lo que sentimos, porque le ponemos palabras, a descubrir necesidades, conocer aspectos propios negados, encontrar soluciones y promover cambios.
“Escribir es la manera más profunda de leer la vida”. Francisco Umbral.