Conviene saber que el cuerpo es más antiguo que la mente y reúne toda nuestra sabiduría. Ya en el vientre materno, es desde el organismo, donde estamos recibiéndolo todo. Como bebés y, antes de que se incorpore cualquier tipo de conciencia, pensamiento, habla o razonamiento, se están cubriendo las necesidades, guiados/as por los impulsos de nuestro cuerpo.
El cuerpo alberga toda nuestra historia y, por tanto, tiene memoria. En él están las emociones. Algunas personas identifican la rabia en la boca del estómago. Otras el miedo en el pecho. La tristeza en los ojos y garganta. Sin duda, sentimos desde las tripas y el corazón.
También es en el cuerpo desde donde se sienten la mayoría de los placeres. Las caricias, abrazos, sabores, olores, sonidos, paisajes, impregnándonos a través de los sentidos.
Identifico como uno de los momentos más gozosos, practicar senderismo, que es uno de mis deportes favoritos y después, el gusto que me da la comida, que me sabe a gloria o la bebida, el propio aire, que me devuelve el aliento. También la ducha sobre mi piel y el reposo. Todas las resonancias que me quedan, me dan muchas pistas de lo que necesito.
Cuando estoy en el cuerpo, siento anclaje y entiendo lo que me pasa. Cómo lo cuido, la alimentación, el descanso y el deporte que le proporciono, están directamente relacionados con mi bienestar.