Cada vez me doy más cuenta de que ejerzo una profesión privilegiada, desde el momento en que puedo acompañar a personas, niños/as y familias de tú a tú, buscando siempre la autenticidad. En terapia hablamos de procesos vitales, de lo que nos preocupa, nos duele, de las heridas, de los éxitos y logros. Huyendo de conversaciones banales o vacías y poniendo peso en los sentimientos, las emociones y las necesidades como motor del cambio.
Solo un/a profesional con lo que trae y con lo que tiene, delante de un/a paciente con su historia y su funcionamiento. Siendo tan simple y complejo a la vez, se producen momentos de conexión y vínculo extraordinarios.
Acompañando en la búsqueda y toma de decisiones, en espacios tranquilos, de intimidad, acogedores, que facilitan la confianza y apertura.
Teniendo la oportunidad de aprender cada día de los/as pacientes y de nosotros/as mismos/as.
Profundizando en cada caso con entusiasmo por entender las dificultades.
Viendo a cada paciente desde el corazón, bridándoles nuestro interés y cuidado.
Apoyándonos también entre profesionales con terapias personales, supervisiones y formaciones que nos llenan.
Agradezco el trabajo tan bonito que realizo como psicólogo y la persona que me permite ser.